En una noche de elegancia obligatoria, Adam Sandler rompió el protocolo en los Oscar con un atuendo más deportivo que de alfombra roja.
Conan O’Brien lo expuso ante todos, y su respuesta desató tanto admiración como críticas con una declaración contundente:
«No necesito vestirme de gala ni tener dinero para ser una buena persona.»
La reacción de los presentes se quedaron sorprendidos y muchos asintieron en señal de aprobación. Su mensaje parecía claro dando a entender que la verdadera grandeza no necesita adornos.
Pero, ¿realmente Adam Sandler actúa con humildad o provoca de forma calculada?
Por un lado, Sandler ha construido una imagen de tipo accesible, alguien que, pese a su éxito y riqueza, sigue siendo el mismo «chico común» que vemos en sus películas dando una imagen de una persona humilde.
Sin embargo, ¿acaso Sandler disfraza el exhibicionismo de modestia? En una industria donde la imagen lo es todo, ¿no es igualmente una declaración de status el rechazar las normas de vestimenta y destacar por ello?
El debate está servido. Mientras algunos ven en su actitud una crítica válida a la superficialidad de Hollywood, otros consideran que es una falta de respeto hacia una ceremonia con reglas claras.
¿Es Sandler un rebelde con causa o simplemente alguien que disfruta de llamar la atención?
Y tú, ¿Qué opinas? ¿Acto de humildad o estrategia de marca personal?
